Hoy escribo por un motivo especial.
Se trata de intentar contar en unas pocas líneas toda mi aventura en el CEE de
Tórtola.
Lo primero es presentarme. Soy Sara, alumna en prácticas del centro.
Parece sencillo contarlo, solo mes y medio, sin embargo, han sido tantas las
cosas que he vivido allí… actividades, juegos, talleres, aprendizajes,
descubrimientos, emociones… bueno, una infinidad de cosas, y sorprendentemente,
todas ellas han sido maravillosas de una forma o de otra.
Me gustaría destacar
que no sólo he aprendido cosas de mi futura profesión (las cuales me han
reafirmado mis ganas e ilusión para dedicarme a esto el día de mañana), sino
también he aprendido del afán de superación de todas las personas que van al
centro cada mañana.
He aprendido de la alegría y filosofía de vida que se
respira allí dentro. Y he conocido personas magníficas y excelentes que dan
todo de ellos mismos en cada cosa que hacen. Y eso solo puede tener un
resultado: una oportunidad, un futuro, una vida llena de felicidad para cada
alumno del centro.
De lo que muy pocos se dan cuenta, también, es que todo es
gracias a cada uno de los profesionales que se vuelcan en los alumnos desde que
se levantan hasta que se acuestan. Y sí, he dicho que se vuelcan en los alumnos
y no en su trabajo. Porque quien disfruta de lo que hace, no trabaja, vive. Y
estos profesionales viven su profesión.
Doy gracias por haber tenido la
oportunidad de estar este tiempo con ellos y empaparme de su esencia. Todas las
personas del CEE Tórtola son la muestra del valor e importancia de la Educación
Especial, la cual saca lo mejor de cada uno de nosotros, e insisto en NOSOTROS
porque todos somos especiales, todos somos únicos. Y esta diversidad hace de
este mundo un lugar maravilloso.